“Para encontrarse, primero hay que perderse”

Las malas decisiones personales, la posesión de drogas, el trato violento o la enfermedad pueden encapsular en un túnel negro el acontecer diario de un joven. Pero esas problemáticas, por otro lado, pueden ser también motivaciones para aferrarse a un camino provechoso, como ocurrió con Marcelo.

*El nombre real del protagonista de esta historia ha sido cambiado para proteger su identidad.

Como dice el escritor y cineasta Alberto Fuguet, a veces, para encontrarse, primero hay que perderse. Marcelo ha comprobado, a través de su experiencia y quizá con más cercanía de lo que habría deseado, el significado de esa frase del autor de Mala Onda. Y es que de un momento a otro, casi sin tiempo para asimilar lo que le ocurría producto de sus malas decisiones, su vida se sacudió, pintándole un horizonte color de hormiga.

De una cotidianidad más o menos normal, Marcelo pasó a ser estigmatizado en los espacios en los que se desarrollaba habitualmente. Se le tachó, en efecto, de un joven perdido; de un muchacho sin oficio que podía ser señalado con dedos flamígeros.

Irregularidades

La causa de aquel Vía Crucis, que no sólo conjugaba el bullying social, sino también un proceso judicial irregular, derivó de conductas erráticas que lo llevaron a ser acusado de traficante de drogas. Para Marcelo todo eso en su vida no podía sino adquirir el matiz de un gran error, de un cúmulo de decisiones irresponsables, si consideraba que siempre tuvo grandes herramientas a la mano para desenvolverse como un muchacho común y corriente.

El joven, eso sí, tuvo siempre en mente el enderezar el rumbo. Una piedra, sin duda grande y molesta, había entrado en su zapato y era un desafío auténtico librarse de ella. Cerrar ese paréntesis era una de sus prioridades, pues era un episodio doloroso en diferentes planos.

Su detención, por la portación de drogas y el supuesto tráfico de ella, estuvo plagada de irregularidades. Para comenzar, porque los miembros del cuerpo de orden de Carabineros, usaron de forma desproporcionada la violencia, que dejaron a Marcelo, con múltiples hematomas en diversas partes de su anatomía y traumas intangibles, pero igual de aparatosos, a nivel psicológico.

Oídos

A los esguinces de sus pies, por ejemplo, debía sumar la falta de credibilidad a su declaración, circunstancia que lo sumergió en la angustia y desesperanza. Marcelo divisaba un panorama negro, porque nadie quería escuchar su versión de los hechos con la violencia excesiva de Carabineros como punto central de su drama, hasta que recibió atención en el Programa de Salidas Alternativas Norponiente de la Corporación de Desarrollo Social de la Asociación Cristiana de Jóvenes.

En la Corporación, Marcelo contó, no sólo con unos oídos que lo escucharon con un trato humano, sino también con el apoyo necesario para enfrentar los retos y dificultades de su situación.      

El adolescente reconoce haber encontrado una luz en su delegado del Programa Salidas Alternativas, quien no dudó en escucharlo y darle cabida a su relato. El joven acumuló fuerzas para realizar una denuncia por apremios ilegítimos y si bien es cierto que al momento de su egreso aún no hay un dictado de sentencia, lo importante en su vida desde entonces es la noción de que puede ejercer sus derechos incluso en los momentos más adversos y de mayor viento en contra.

Ejemplo valiente

En esas nuevas condiciones, y gracias a las labores específicas del programa que se sumaron al apoyo de su familia, Marcelo encontró motivaciones suficientes para retomar su preparación académica. En ese proyecto escolar que de nuevo guiaba su vida, el muchacho respondía no sólo sin problemas, sino con el óptimo despliegue de habilidades, empeño y aprovechamiento.

En ese esfuerzo de lucha y perseverancia, su madre siempre fue un valiente ejemplo a seguir. La señora había mostrado una actitud admirable ya desde que se hizo cargo de su familia, ella sola, luego del abandono de su marido y padre de Marcelo.

No todo fue miel sobre hojuelas en ese proceso de reinserción y vuelta al camino. No podía serlo, además, si se toma en cuenta la irrupción de la pandemia de Covid-19 causada por el virus SARS-CoV2 y las complicaciones que ha acarreado para buena parte del mundo.

Marcelo, su madre y su abuela, dieron positivo en el mes de junio, lo que supuso un estrés familiar alto y una preocupación intensa, toda vez que su abuela, mujer de la tercera edad, estaba en el grupo principal de riesgo del nuevo coronavirus.

Por fortuna, sus respectivos organismos respondieron al reto y lograron sobreponerse al desafío de la enfermedad. Ambas mujeres, junto con el joven, pronto se recuperaron y pudieron retomar el desarrollo habitual de sus actividades. Aunque la pandemia, como se sabe, continúa, el hogar de Marcelo volvió a la normalidad.

Todo este proceso ha traído crecimiento constante al muchacho. Sobreponerse a los obstáculos, superar los estigmas y hacer valer sus derechos ante la ley, han forjado su conducta y carácter. Por si fuera poco, el enfrentar en familia una pandemia con un patógeno desconocido hasta entonces, con miedo y preocupación naturales, los lazos con sus seres queridos se estrecharon.

Esos retos de la última etapa de su vida lo han estremecido, pero no lo han descarrilado y continúa hacia su destino con voluntad firme y con metas claras. Por el contrario, las dificultades lo han impulsado para enfrentar sus circunstancias con adaptación y optimismo. Su familia y el programa han apuntalado sus habilidades y han ensanchado las raíces que lo sostienen.

Ventana de proyección

Mientras cumplía responsablemente su medida judicial y sorteaba las dificultades de ese complejo 2020, Marcelo seguía soñando y en busca de oportunidades. Es así que comenzó a desarrollar un emprendimiento en venta de ropa y también a estudiar de forma autodidacta  administración de negocios, de forma paralela a su asistencia remota a clases en el sistema educacional, tema que le apasiona.

Esas actividades lo movilizan para ganar su dinero y aportar en el mantenimiento del hogar, además de hacerse cargo de sus gastos personales. También en ellas ha encontrado una ventana de proyección futura.

Al margen de los desafíos u obstáculos que se le sigan presentando, Marcelo aprendió a conocer sus potencialidades y ahora sabe que puede superar todo lo que se proponga con sus propias herramientas y aquellas que puede construir a partir de las personas que le aportan a su desarrollo: desde una mala decisión, tratos violentos e incluso una pandemia de escala mundial.